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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

Una letrada invoca sus relaciones con procesados para exculpar a su cliente

Tener amistades peligrosas o sospechosas no es delito. Tampoco estar en el momento inadecuado, con gente poco aconsejable, en el lugar equivocado. Ambos argumentos fueron esgrimidos por dos abogadas de la defensa para intentar limpiar de cargos a su cliente. La letrada de Mohamed Bouharrat, María Isabel García, incluso invocó sus relaciones con algunos procesados en el barrio donde vive, Lavapiés, para convencer al tribunal de que tener relaciones con sospechosos habituales no es motivo de cárcel.

García, casada con un musulmán, llegó a decir que su cliente está en prisión "prácticamente a petición propia", ya que fue encarcelado tras acudir a declarar voluntariamente al acordarse de detalles sobre algunos de los implicados. Pero datos contra él, dijo, no hay ni uno. La letrada admitió que su cliente tenía amistad con los procesados, pero dijo que ella misma, casada con un árabe, conoce a muchos. Mohanad Almallah le instaló un aparato de aire acondicionado. Compra carne en el comercio de la familia de Rachid Aglif. Come con frecuencia en el Alhambra, restaurante donde los procesados celebraban reuniones. A veces iba al locutorio de Jamal Zougam. "Y mi marido se cortaba el pelo en la peluquería Paparazzi, así que no tendría salvación", ironizó.

Una táctica parecida usó Beatriz Bernal, defensora de Otman el Gnaoui, acusado de ser cooperador necesario. "Estuvo en el momento inadecuado con gente inadecuada y en el lugar inadecuado, pero no estuvo en los trenes", alegó. Tras tocar de pasada la teoría de la conspiración, calificó de "falsedades y especulaciones" las acusaciones contra su cliente. "Ha sido utilizado para desviar la atención de los verdaderos autores". Si fue a recoger a Jamal Ahmidan cuando regresaba de Asturias, fue "por hacerle un favor, porque era el único que sabía conducir". ¿Su presencia en la casucha de Chinchón? Sólo para trabajar, pero no vio nada raro, ni armas ni explosivos. Que su ADN está en ropas halladas en la estación de Vicálvaro, falso.

El abogado de Abdelilah el Fadual dijo que se falsearon pruebas contra su defendido, el de Saed el Harrak, que su cliente "cavó su tumba al hacerse amigo de Abdennabi Kounjaa". "Se culpa para tranquilizar conciencias", afirmó la letrada de Emilio Llano. Vamos, todos inocentes, chivos expiatorios con malas amistades y algo tontainas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de junio de 2007