Rafael Nadal y Robin Soderling durante una de las suspensiones de su partido / REUTERS
"¡Esto es una estupidez!"
A las diez, tras pegarse un madrugón, Rafael Nadal se entrenaba bajo el frío de Londres. A las 10.30, un suspiro después, bajaba con zancada de gigante por Saint Mary's Walk, la avenida que divide Wimbledon, mientras miraba al cielo y maldecía la lluvia.