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YO, PERIODISTA

Más caro el guiso que el pollo

La oficina de la empresa de seguridad Prosegur en la calle de Alberto Aguilera, en el barrio de Moncloa, de Madrid, ha sido objeto de una serie de actos vandálicos. Además, alguien ha lanzado botes de pintura contra la fachada y ha estampado pintadas en las que se acusa a sus empleados de abuso de fuerza.

La zona está llena de pegatinas en las que se critica la actitud de los guardias jurados y se les tacha de "fascistas".

Ha sido peor el remedio

La compañía, con la intención de que no se lean las críticas en su contra, ha terminado haciéndolo aún peor. Sus empleados han decidido pintar los cristales de su sede, todo el escaparate, con pintura blanca, como si se tratase de un cambio de negocio o cierre de local.

En su interior siguen trabajando los vigilantes. Algunos, por cierto, en cuanto ven a alguien por los aledaños con una cámara le piden con modos cuestionables que se prive de hacer fotografías.

Pase que lo pinten, pero lo que no tiene ni pies ni cabeza es que para neutralizar las protestas tengan así la calle. Más sucia de lo que estaba antes y entorpeciendo el paso.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de julio de 2007