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Crítica:TEATRO | 'Long life' | GREC'07

La vejez como espectáculo

Sobre Long Life, el montaje del Nuevo Teatro de Riga que acaba de presentarse dentro del marco del Grec, su director, Alvis Hermanis, comenta: "Es una pieza muy aburrida en el mismo sentido que puede serlo una obra de Marcel Proust o la música sinfónica". Discrepo. De aburrida, nada. Sus cinco intérpretes llegan a cotas de hilaridad mucho más cercanas a una Rue del Percebe en horizontal que, desde luego, a Proust. Todo son puntos de vista, pero el público que asistió a la función de estreno en el Lliure se rió con ganas y más de uno, entre los que me cuento, acabó llorando de pura risa.

Long Life habla sobre la vejez, un colectivo impopular y discriminado que, en justa compensación, cuenta con una mirada generalizada de extrema corrección política. No cabe reírse de un anciano al que le cuesta levantarse de la cama porque se le ha agarrotado la pierna a causa de la artrosis, por ejemplo, por mucho que la escena en sí pueda tener su gracia. Alvis Hermanis juega, y cómo, con esta dualidad: por un lado, nos presenta a cinco jubilados (los intérpretes son jóvenes pero están caracterizados y hacen de viejos) desde el lado más tierno y compasivo, pero al mismo tiempo, los caricaturiza y ahí es cuando la contención del espectador y el respeto por aquellos en quienes, en el mejor de los casos, acabaremos convirtiéndonos todos, estallan en carcajada.

En algo más de hora y media, sin pausas y sin palabras (más allá de algún balbuceo), Long Life nos explica un día entero en la vida de unos jubilados que viven en apartamentos comunitarios en la capital de Letonia. Junto con la recreación pormenorizada de estas vidas por parte de unos intérpretes estupendos, destaca la ambientación no menos detallista de las viviendas. Es un espectáculo que da para reír y para pensar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de julio de 2007