El termómetro de mercurio, ése que nunca se encuentra cuando uno cree que tiene fiebre y que normalmente está "donde siempre", ya no se fabricará más.
La lucha contra la contaminación tiene la culpa de que desaparezca este artefacto inventado por el físico alemán Grabriel Farenheit en el año 1714. Dentro de un año y medio, los 27 estados miembros de la Unión Europea tendrán que haber adaptado sus legislaciones nacionales para aplicar una directiva cuyo objetivo es restringir la comercialización de todos los aparatos de medición que contienen mercurio, según aprobó ayer el Parlamento Europeo.
A partir de esa fecha, se dejarán de comerciar en la UE los termómetros médicos para la fiebre y otros aparatos de medición de nueva fabricación destinados a la venta al público (manómetros, esfigmomanómetros y termómetros no médicos). Según la UE, las nuevas normas "reportarán beneficios para el medio ambiente y, a largo plazo, para la salud humana, al evitar que el mercurio entre en el flujo de residuos".
La directiva no se aplicará a los aparatos ya en uso o ya comercializados en el mercado y contempla dos excepciones: los aparatos de medición de más de 50 años (antigüedades o bienes culturales) y los barómetros con mercurio. Estos últimos tendrán un período de gracia de dos años en el que podrán seguir fabricándose. Los que más se han opuesto a su desaparición han sido los británicos, uno de los pocos países junto con Holanda y Bélgica que los fabrica.
La demanda mundial de mercurio es de unas 3.600 toneladas anuales. Unas 300 toneladas corresponden a la UE, algunos de cuyos países, como Dinamarca, Francia, Países Bajos y Suecia, han prohibido o restringido el uso de diversos productos que contienen esta sustancia.
Del 80% al 90% del mercurio utilizado en aparatos de medición y control se utiliza en termómetros médicos para la fiebre y otros termómetros de uso doméstico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de julio de 2007