La plaza de Catalunya es en Barcelona lo que la Puerta del Sol en Madrid. El oso, uno de los dos símbolos de la capital (el otro es el madroño), lo pone Caja Madrid. El plantígrado descansa en el número 9 del corazón de la Ciudad Condal, esquina con Rambla Catalunya, desde el 3 de marzo de 1982, cuando la caja inauguró su primera oficina, en un acto que presidió el consejero de Economía y Finanzas, Ramon Trias Fargas.
La caja, dirigida por Mateo Ruiz Oriol, abrió la sucursal al amparo de la nueva legislación sobre expansión de cajas de ahorros, que permitió a las entidades con unos recursos determinados abrir oficinas en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Bilbao, "en atención a su especial importancia financiera". Hasta entonces, las cajas sólo podían operar en el "territorio de la nacionalidad o región en que radique su sede central".
Aquella oficina empezó con 14 personas y no le han ido mal las cosas. Hoy, 25 años después, Caja Madrid tiene casi un millar de trabajadores por toda la geografía catalana repartidos en 226 oficinas y una cartera que roza el medio millón de clientes que en el ecuador del ejercicio en curso han generado un volumen de negocio de 17.600 millones de euros, con un crecimiento interanual de 17%.
La entidad ha crecido por dos vías. La de las adquisiciones: las cajas rurales de Tarragona (1986) y de Girona (1987) y el Banco de Crédito y Ahorro (1994); la compra en 2000 de Banca Jover "nos permitió dar el salto clave, con más de 60 oficinas muy bien implantadas", explicaba ayer el director de Cataluña y Baleares de Caja Madrid, Antonio Tomás.
La segunda vía es -cómo no- la de la vivienda, el crédito hipotecario, cuyo tirón ha permitido a la entidad los crecimientos por encima del 20% que ha cosechado en Cataluña en los tres últimos años. El segmento en el que Caja Madrid se autoproclama "referente en Cataluña": su cuota en hipotecas, del 6%, dobla a la de oficinas, del 3%.
La obra social y su fundación han dejado el Espai Cultural Caja Madrid en Barcelona, y han permitido restaurar, entre otros, el monasterio de Sant Pere de Rodes (Alt Empordà) y el Palau de la Música, que clausuró, hace 25 años, los actos de presentación de la caja en la ciudad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de julio de 2007