Son las 8.45, buena ahora para hacerte el pasaporte, ¿sin colas? La fila que sale desde la comisaría de Santa Engracia, en Madrid, ya da la vuelta a la calle. Y eso que sólo hace 15 minutos que ha abierto. Hay quien viene con periódicos, libros y mp3. El resto mira con incredulidad. A los recién llegados se les queda la cara de "¿qué es esto?" Lo que tenemos en común todos es que hemos dejado lo del DNI o el pasaporte para el último día. Pero nos sentimos víctimas de lo mismo y crece la sensación de amistad. Tenemos el mismo cansancio y las mismas ganas de llegar. Ya son las 10.30 y comienzan los turnos de los cafés. Eso sí, nadie se mueve sin que le hayan jurado que conservará su sitio. A las 12.00, ya es otra cosa: estamos en la valla y empezamos a ver la puerta. Y también llega la decepción, porque acaba de salir un policía para decir a los que no han llegado a la valla que pueden irse a casa, porque cierran a las 14.30 y no les va a dar tiempo. Los de delante hacemos la cuenta de que si llevamos tres horas y hemos avanzado tanto, nos queda..., ¡hora y media! Un rato. Llegas a la línea, a un metro de la puerta, y te sientes como un niño cuando te dan tu número. Pasas y... ¡Plantas tu huella en la tinta! Y dirán que no ha sido para tanto. Yo he tenido suerte y me he ido a las 13.30, pero queda cola ¿esperarán hasta la tarde? Seguro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de julio de 2007