La Presidencia finlandesa de la Unión Europea trató de promover que se valorase el impacto en la salud pública de las políticas no estrictamente sanitarias, es decir, los efectos que en la salud tienen el urbanismo o la educación, por citar algunas.
La Generalitat de Cataluña dispone una restricción de velocidad en la zona metropolitana de Barcelona a 80 kilómetros por hora. Es una medida que los epidemiólogos sabemos que ahorrará muertos y atención sanitaria, independientemente de sus efectos medioambientales. En mi opinión, no se trata sólo de evaluar el impacto en la salud de políticas como la que nos ocupa, la cuestión es evaluar la inacción, esa política frecuente, no moverse para que nadie se queje. Dicho de otro modo, ¿cuántos madrileños o valencianos, por ejemplo, deben morir antes de que sus responsables políticos adopten medidas que han demostrado que salvan vidas y la hacen más agradable al disminuir el ruido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de julio de 2007