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El fiscal pide 23 años al acusado de matar a una joven y descuartizarla

Samira Sayegh Genovés murió, según el relato del fiscal, de los golpes que recibió de Rufino Martínez González. Luego la descuartizó y fue tirando sus restos en bolsas durante varios días al contenedor de basura. Ella tenía 24 años, Nació en Valencia, su padre es de origen indio, médico. Samira era técnico de laboratorio y estudiaba nutrición y dietética en la Universitat de València. El 31 de mayo de 2005 no volvió a casa. Era sorda y absolutamente autónoma. Vivía cerca de casa de sus padres, en la avenida de Blasco Ibáñez de Valencia. Dos días después, la familia puso una denuncia. Se rastrearon todas sus relaciones. Al principio, ni una pista. Alguien la había visto con Rufino, ajeno al mundo que frecuentaba Samira. La policía fue una vez a su casa, pero no le encontró. Sin embargo, los agentes persistieron.

El fiscal considera en su escrito que Samira y Rufino, de 34 años, con antecedentes penales, mantenían una relación sentimental. La noche del 31 de mayo de 2005, después de mantener relaciones sexuales, la pareja discutió. Rufino, según la acusación pública, golpeó a Samira en la cabeza y el cuello hasta matarla. A las siete de la tarde del día siguiente, el hombre fue al supermercado y compró bayetas, bolsas de basura, guantes de látex y papel transparente. Con un cuchillo jamonero y una hoja de sierra la descuartizó. Se fue deshaciendo poco a poco del cuerpo. De hecho, sólo se recuperó un trozo de un brazo. El fiscal pide 14 años por un delito de homicidio, y nueve por tráfico de drogas, que le requisaron en casa. El descuartizamiento no está penado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de julio de 2007