Manoli tiene 36 años. Es difícil encontrar amas de casa tan jóvenes pero, según ella, "hay un montón" de su edad. Como todas, decidió quedarse trabajando en su casa cuando nació su hijo, que ahora tiene cuatro años y medio. "Para mí, lo más complicado no es limpiar, planchar, comprar; eso lo llevo bien. Lo difícil es educar a mi hijo, eso sí que es una tarea del hogar importante", opina. "Yo soy una persona muy activa y cuando dejé el trabajo que tenía lo pasé mal, pero ahora lo llevo bien aunque haga muchas horas", dice con una sonrisa. Está muy a favor de que su trabajo esté remunerado: "El problema es que este trabajo no está reconocido y no es tan sencillo como parece".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de julio de 2007