Como empresario, Jesús de Polanco ha sido nuestro teórico adversario durante los últimos 30 años. Durante ese tiempo le hemos disputado los beneficios de este trabajo, convocatorias de huelga incluidas. Sin embargo, tanto él como los trabajadores hemos estado convencidos de que EL PAÍS es más que un negocio lucrativo. Una empresa con abundantes beneficios y buenas condiciones laborales. Pero además, y sobre todo, EL PAÍS es un proyecto ilustrado de información comprometido con la libertad y "socialmente solidario", tal y como él mismo expresó en 1977.
Este compromiso, que no pocos disgustos le costó (maniobra de prevaricación incluida), y la capacidad de respeto mutuo han hecho posible que haya fraguado una relación de reconocimiento hacia su persona, no muy al uso entre adversarios.
Coincidiendo con el 30º aniversario del periódico, los trabajadores nos permitimos la irreverente complicidad de organizar a Polanco un homenaje como si se tratase de un compañero más y regalarle el consabido reloj. Un reloj de menos de 50 euros que él recibió entusiasmado. Conmueve recordar la pasión con que defendió que el único propietario del periódico eran los lectores.
Fruto de esta relación, Jesús obtuvo los beneficios que le permitieron ampliar su aventura, y lo más importante: la sociedad ha tenido y sigue teniendo un medio para estar informada, para saber y ser mejor. Gracias. Los trabajadores seguiremos defendiendo EL PAÍS por el que luchó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de julio de 2007