Llegó a Libia con su segundo marido, el médico Zdravko Georgiev. No trabajó en el pediátrico en que se produjeron los contagios, pero fue acusada de ser el cerebro de la trama porque la policía encontró en su casa bolsas con sangre contaminada de sida. Firmó su autoinculpación, pero asegura que fue porque sufrió hasta 10 descargas eléctricas. Su marido también fue detenido cuando se interesó por ella y ayer volvieron juntos a Sofía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de julio de 2007