"Intentaron que me violaran tres perros". Ashraf Alhajuj, de 38 años, médico palestino nacionalizado búlgaro, confiesa que en las cárceles libias vio y vivió "lo peor que hay en la naturaleza humana". "Me tuvieron meses esposado con los brazos atrás y arrodillado. Si me dormía y se me caía la cabeza hacia delante, me daban una patada. Los animales tienen más moral que ellos".
Liberados el martes de un cautiverio de ocho años y medio, acusados de haber contagiado el virus VIH a niños en un hospital libio de Bengasi, el médico y cinco enfermeras búlgaras han relatado las torturas a las que fueron sometidos.
Las presiones internacionales forzaron la conmutación de la pena de muerte y la entrega a Bulgaria de los detenidos. "Todo se lo debo a Occidente, a la piedad cristiana y a las ONG internacionales", comenta Alhajuj en la residencia próxima a Sofía que les ha cedido el Gobierno búlgaro.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de julio de 2007