Si tienen algo en común las navidades, la Semana Santa y el mes de agosto, además de ser un periodo habitual de vacaciones, son las huelgas de Renfe. Suceden años tras año, ya es toda una tradición. Supongo que sus demandas serán de peso y no habrán encontrado otras medidas para reivindicarlas que sean más imaginativas y que no hagan daño a los de siempre: al ciudadano, el menos culpable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de agosto de 2007