"En Los Ángeles, una casa de Gehry tiene un rango tan alto en el competitivo juego de la posición social, que a su lado un retrato de Warhol apenas vale nada. Cuando uno está rodeado de autopistas y autorrestaurantes en forma de perrito caliente gigantesco no tiene mucho sentido crear edificios sobrios. Ésa fue la dirección que Gehry empezó a explorar. Ganó pocos amigos al negarse a participar en el concurso para el World Trade Center sugiriendo que los honorarios de 40.000 dólares eran degradantes".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de agosto de 2007