Plácido Ngua, dependiente de una óptica en el paseo de Maragall, asegura que debido al ruido más que nada se siente triste. "Los tres generadores molestan mucho, por eso mantengo la puerta del local cerrada. Al final termino con dolor de cabeza. Lo más sorprendente es la falta de previsión y más en verano". A pesar del malestar se muestra resignado frente a la situación y dice preferir la luz. "Después de seis días con apagones prefiero esto, al final te acostumbras".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de agosto de 2007