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Crítica:

Un pigmalión cañí

En Greta, el nuevo libro de la escritora vasca Jasone Osoro, un joven viaja a la ciudad con un maniquí que le obsesiona. Allí vivirá mil y una situaciones entre disparatadas y casposas. Una vuelta de tuerca al mito del creador que da vida a su obra.

Algo tendrán nuestros días para que repunte el interés de los escritores por el mito de Pigmalión. Ahí estándos novelas que han abordado el asunto con bríos nuevos, auténtica pasión e inteligencia: El coleccionista de almas perdidas, de Irene Gracia; y Autómata, de Adolfo García Ortega. Greta, la obra de Jasone Osoro (Elgoibar, Guipúzcoa, 1971) vendría a sumarse a éstas en la reelaboración de un tópico que siempre ha fascinado a los artistas.

En esta novela el protagonista, Óscar, criado por una abuela que le hace creer que su madre murió al nacer él, se desespera cuando también le llega la hora a la buena señora. A modo de consolación decide quedarse con el maniquí, llamado Greta, que la abuela exhibía en el escaparate de su tienda. La lava, la viste, la peina, etcétera, y como esta adicción le impide tener una relación normal con su novia Ana, que es peluquera, un poco gorda y muy buena persona, decide ir a la ciudad para encontrar al maniquí un buen escaparate.

GRETA

Jasone Osoro

Seix Barral. Barcelona, 2007

189 páginas. 15 euros

En la ciudad le suceden mil peripecias más casposas que esperpénticas: una fiesta con la actuación de un travesti encantador y también muy buena persona; un desencuentro con Ana, que acude a buscarlo desde el pueblo; una revelación muy poco feliz -enseguida se trunca con un oportuno y previsible accidente-, y, en fin, una búsqueda de la Greta perdida por los basureros de la ciudad. Una Greta que, por cierto, es la narradora en ese momento de la novela, convirtiéndose así en un memorable ejemplar de maniquí omnisciente.

El resultado final es una parodia involuntaria del género, llena de personajes cañís, planos e insustanciales que, gracias a la ausencia de referentes geográficos, rozan las cumbres nevadas del tedio más disparatado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de agosto de 2007

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