Quiero dirigir esta carta a todos aquellos que con su comportamiento irresponsable hacen la convivencia tan difícil a menudo: a los que conducen temerariamente sin respetar la vida de los demás; a los que beben sin medida hasta perder la noción de sus actos, sin respetar la diversión o el descanso de los demás; a los que depositan basuras y / o vertidos en lugares que todos tenemos derecho a disfrutar (playas, bosques, caminos, ríos...); a los violentos y provocadores; a los incendiarios sin escrúpulos, y a todos aquellos que con sus comportamientos agreden los derechos de los demás.
A todos ellos les pediría que se queden en su casa y disfruten de su soledad; que tomen consciencia de que hay más personas (niños, adultos, mayores) a su alrededor y decidan de una vez respetarlos. La tendencia al individualismo es tan grande que, a menudo, nos olvidamos de que vivimos en comunidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de agosto de 2007