El repunte de la siniestralidad vial en la primera quincena de agosto, con un 25% de víctimas mortales más que en el mismo periodo del año pasado, ha vuelto a encender todas las alarmas sobre el drama de los accidentes de tráfico. Un problema que nunca aparece entre las grandes preocupaciones de los españoles en las encuestas a pesar de que acaba con más de 3.000 vidas al año. Mientras la Dirección General de Tráfico pide calma y promete multiplicar los esfuerzos para enderezar la situación, las víctimas claman por acabar de una vez por todas con la impunidad de quienes conducen sin respetar la vida de los demás. Éste es el testimonio de dos familias marcadas por la tragedia diaria de las carreteras.