Humo, fuego, fuerte viento, altas temperaturas, una combinación explosiva que volvió a sembrar el pánico la noche del miércoles en Gran Canaria, apenas dos semanas después de que la isla viviese su mayor tragedia medioambiental, con un fuego que calcinó 8.000 hectáreas. Un pequeño incendio en el municipio de Ingenio, que ya está controlado, revivió la pesadilla del verano. La Guardia Civil, que investiga las causas del suceso, está convencida de que "pudo ser" intencionado, aunque de momento no hay pruebas fehacientes de ello.
La zona incendiada el miércoles por la noche, en el barranco de Hoya de la Perra, es uno de los lugares donde más han actuado los pirómanos en los últimos años. No es extraño, por tanto, ver camiones autobombas por la zona, que pretenden persuadir a los incendiarios de que el terreno está vigilado y tratar así de disuadirlos.
El fuego se inició sobre las 20.30 en un barranco cerca del paraje de Cazadores y la zona de Guayadaque, al sureste de Gran Canaria. El fuego se inició en una zona de difícil acceso para una persona, pero pudo ser extinguido rápidamente. A la una y cuarto de la mañana, quedó oficialmente controlado. En las labores de extinción participaron cerca de 50 personas.
Pese a que el incendio no fue de grandes dimensiones -el Cabildo de Gran Canaria lo cifra en dos hectáreas, mientras que la Policía Local cuenta cinco-, la situación vivida fue muy similar a la de finales del mes de julio. Algunos vecinos de la zona aseguran que el fuerte viento y la "espectacularidad del humo", que se expandió en cuestión de minutos, hizo presagiar lo peor.
Una cuadrilla de bomberos continuaba ayer vigilando el área, donde los conatos se repiten "año tras año", lamentaron fuentes del Cabildo grancanario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de agosto de 2007