La importante comunidad peruana que convive con nosotros sufre en la distancia el horror de la tragedia, al ver su país sacudido, a merced de las fuerzas telúricas. Castigado por encontrarse en el denominado "cinturón de fuego", que desata movimientos sísmicos en el Pacífico casi todos los días. En esta ocasión ha sido la violenta colisión de dos placas gigantes en el zócalo continental, a 60 kilómetros mar adentro y a una profundidad de 33 kilómetros, la que ha provocado el mecimiento incluso de la cordillera de los Andes.
El antiguo Perú, y su Machu Picchu, cuya obra arquitectónica inca ha sido declarada una de las siete maravillas del mundo, es civilización coetánea de otras como las de China, Egipto, India y Mesopotamia. Así, se trata de una de las zonas geográficas que pueden considerarse como cuna de la civilización del mundo por su antigüedad.
A pesar de ser un país de enormes recursos naturales y de infinita belleza, se ve precisado de la emigración de sus gentes en busca del sustento. España es uno de los países europeos que mayor población peruana acoge, ya no sólo por los lazos que nos unen, sino por el hermanamiento y deuda histórica con una tierra que tanta riqueza humana nos ha aportado. Es éste el momento, cuando más nos necesitan, cuando más nos tenemos que volcar para ayudarles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de agosto de 2007