"¿Hombre o mujer?". La pregunta se repite con insistencia cada vez que los bomberos consiguen abrirse paso entre la multitud congregada frente a la iglesia de San Clemente, en la plaza de Armas de Pisco. Todos quieren saber con ansiedad a quién corresponde el cuerpo, y en muchos casos los llantos de alguien que reconoce a un familiar rompen el silencio expectante de los demás.
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La iglesia, que el miércoles se vino abajo atrapando a cerca de 300 personas que asistían a misa, se ha convertido en el símbolo de una tragedia que ha dejado destruida en un 80% la ciudad de Pisco. El seísmo que sacudió la zona sur de Perú ha provocado, según datos difundidos anoche, más de 500 muertos y 1.500 heridos y ha dejado sin techo a decenas de miles de personas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de agosto de 2007