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jueves, 16 de agosto de 2007
Reportaje:

De la huerta a la casa

Si no encuentra los productos frescos y biológicos en el supermercado o hipermercado, hay otra opción para comprar que cuenta cada vez con más adeptos. Forman grupos de consumo alternativo por toda España para adquirir directamente a productores y distribuidores frutas y hortalizas de temporada.

En los hipermercados convencionales, los alimentos con certificación ecológica son pocos (sobre todo, los frescos) y, en ocasiones, demasiado caros. Además, aún escasean las tiendas y supermercados especializados donde hacer una compra de estas características. Algo pasa cuando, a estas alturas, España sigue siendo uno de los principales productores europeos de agricultura y ganadería ecológicas y, sin embargo, exporta más del 80% de esa mercancía, porque la demanda interior es todavía muy limitada.

Los consumidores más comprometidos decidieron hace años dar un paso adelante, cansados, por un lado, de estos inconvenientes en cuanto a la infraestructura y, por otro, de un modelo de consumo del que quieren desterrar aquello que afecta negativamente al medio ambiente y los alimentos: plaguicidas y fertilizantes (entre otros agroquímicos), piensos artificiales, hormonas para el crecimiento, hacinamiento de animales en granjas, organismos modificados genéticamente... El paso ha consistido en crear sus propios grupos de compra, a la manera de cooperativas, en los que se adquieren los tomates, las manzanas, el pan y los huevos directamente a los productores y distribuidores.

En estas iniciativas también influye la posibilidad de obtener un precio más razonable, al evitar total o parcialmente la cadena de intermediarios, y conseguir remunerar de manera más justa a los agricultores. Prevalecen igualmente otros criterios relacionados con el consumo responsable: conocer mejor los métodos de siembra, recogida y elaboración mediante un contacto más directo con agricultores y ganaderos; pegar lo máximo posible el consumo al lugar de producción para eliminar procesos de almacenamiento en cámaras frigoríficas y de transporte a larga distancia (facilitando el ahorro de energía), y respetar la temporalidad natural de cada alimento.

No siempre se consigue ser plenamente consecuentes con todas estas condiciones, pero Nuria y su pequeña hija Paloma, pertenecientes al grupo de la asociación de vecinos del Parque Comillas, en Madrid, lo ven claro: "Las zanahorias y los calabacines que acabamos de recibir están riquísimos; por fin encuentras alimentos con sabor, que da gusto paladearlos".

De las dimensiones y grado de implicación de cada colectivo dependerá que funcione como un pequeño grupo de consumo sin más aspiraciones que recibir cada semana su pedido o como una cooperativa más amplia dedicada incluso al proceso de elaboración y distribución de los alimentos. Algunas de estas últimas gestionan el reparto de hasta 20 proveedores distintos. En ambos casos (grupos pequeños y cooperativas) se da la posibilidad de que la sintonía entre las personas que los formen favorezca el intercambio de ideas con otros grupos y que se irradie una labor educativa, con charlas y exposiciones para dar a conocer que otro tipo de consumo es posible.



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