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FÓRMULAS QUE MUEVEN EL MUNDO

Menos berilos

-Caramba, Lestrade, ¿qué le ha traído por estos barrios nobles?

-Cierta timba de barrio noble que se celebra ahí arriba. Espero que usted no esté aquí por la misma razón, señor Holmes, porque el caso acaba de ser resuelto por el nuevo departamento de geometría de Scotland Yard. Le presento a los profesores Pinkerton y Twice-Peabody.

-¿Se admite una solución "teselar" del tipo: el séptimo broche son los otros seis unidos? -dijo Pinkerton.

-Vamos, Holmes, admita que no hay un séptimo broche -añadió Twice-Peabody

-No lo hay, en efecto.

-¡Ja! ¿Lo ven?

-Ni siquiera hay un segundo.

-¿Cómo? ¡Pero si ya van cuatro robos!

-Lleva usted bien la cuenta, Lestrade; al parecer, media aristocracia londinense ha estado haciendo "gestiones" para hacerse con el hexágono mágico. Por desgracia, se han estado robando la misma joya unos a otros. Ustedes, señores, se han fijado en la curiosa configuración de las piedras en el broche: no están enfrentadas, ni en los vértices, sino en medio de dos lados alternos del hexágono.

-Sí, y así lo he dispuesto en mi dibujo del gran broche de 12 berilos (http://blogtangoblog.blogspot.com).

-La deslumbrante belleza de su diseño, Pinkerton, le ha cegado ante una segunda configuración más acertada: basta emparejar cada lado esmeralda de un broche con el lado goshenita de otro. Así se forman "los seis pares de esmeralda y goshenita" que mencionan los escritos. Pero el punto esencial, señores, es que los broches quedan automáticamente numerados.

-Se equivoca, Holmes, todos los broches son iguales.

-Hasta que los cuelga usted de su cadena, Twice-Peabody. Al hacerlo, el broche de lord Rothschild queda en una orientación que sólo puede ocupar la primera posición del hexágono compuesto: es el broche número uno del príncipe, y el único que ha estado cambiando de manos ante sus ojos, Lestrade.

-Pero entonces, lord Rothschild es el último ladrón.

-Sí, y hay otros tres caballeros de la alta sociedad haciendo cola para figurar con iniciales doradas en la causa que instruye usted. ¿Está seguro de que le interesa seguir esa línea de investigación, Lestrade? Tal vez prefiera una partida de dardos en el Baker's Pub. Esta vez sí: ¡Comienza el juego, Watson!

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de agosto de 2007