Gracias a la lucha dialéctica de los últimos días en el seno del Partido Popular, hemos podido comprobar lo poco que preocupan los intereses de los ciudadanos a gran parte de los líderes políticos. En el caso del sector dirigente del PP, la inmediatez de las críticas a Gallardón por parte de tantos destacados miembros del partido conservador demuestra que su prioridad consiste en deshacerse de un enemigo interno, a pesar de que, para muchos votantes, sea un buen gobernante.
Y Ruiz-Gallardón, como siempre, esconde sus verdaderas aspiraciones, que parece evidente que están relacionadas con la dirección del Gobierno de España. Si lo único que desea es el bien de su partido y servir a su líder, debería dejar, teóricamente, que Mariano Rajoy decidiera si quiere trabajar con él; además, para comunicar su pretensión de ser candidato al Congreso, lo lógico sería hacerlo en el seno de su formación política y por los cauces establecidos para ello, y no a través de los periodistas. Lo que está quedando claro es que estas luchas internas en el Partido Popular tienen un único fin: la consecución del poder.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de agosto de 2007