Tanto en el PSOE como en el PP hay dirigentes conscientes de que la victoria en las próximas elecciones generales puede depender de mostrar una imagen moderada, alejada de políticas manifiestamente izquierdistas o de derechas. Gallardón hace tiempo que se dio cuenta de ello, y creó una imagen de político dialogante y cabal, aunque no se ha desmarcado en absoluto de las propuestas básicas del PP. Por el contrario, el sector mayoritario de su partido no oculta su posición más extremista, con la defensa a ultranza de los símbolos de la unidad indivisible de la nación española.
En el PSOE, para conseguir esa imagen centrista, han impuesto una férrea disciplina, capitaneados por José Blanco: impiden que los socialistas navarros pacten con los nacionalistas navarros de Nafarroa Bai; se empeñan en conseguir que los ciudadanos se sientan más españoles, mediante la inculcación de la idea de la unidad de España a través de RTVE y a través del bombardeo del logotipo institucional "Gobierno de España". Por otro lado, los socialistas se han convertido en los máximos defensores de la Monarquía.
La lástima de todo esto es que el PSOE va eliminando así todas las políticas de izquierdas de su programa político, que sólo aparecen todavía en Izquierda Unida y en algún partido minoritario. Además, a la población necesitada de ayudas sociales, le traerá sin cuidado que quien le proporcione el dinero para sobrevivir se denomine "Nación española indivisible" o "Estado federal" o "República" o "Monarquía".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de septiembre de 2007