Está ya muy teorizado que son los espectadores o los lectores quienes terminan de verdad una obra, interpretándola, dándole un sentido, el suyo. Por eso no es de extrañar que algunos de estos espectadores den un paso más y, en un ejercicio de creación derivativa, se dediquen a completar, cambiar, proseguir el argumento de su serie favorita. A este ejercicio, igualmente practicable sobre novelas, cómics o películas, se le llaman fanfic.
Uno de los repositorios mayores en Internet de fanfics, en inglés, alberga, por ejemplo, más de 17.000 invenciones a costa de CSI y 7.141 sobre House. Lo más fácil en el caso de Perdidos es enviarles un helicóptero para su rescate. La serie que emitió Cuatro el domingo por la noche, Psycho, tiene unos 125 fanfics. La cifra ya demuestra que no es lo mismo que House o CSI. El protagonista es un policía con unas bárbaras habilidades perceptivas, una agudeza visual que le ayuda a resolver casos con procedimientos cercanos a la videncia. No va del todo en serio, porque los guionistas acostumbran a intercalar bromitas de alivio. Bueno, pues en un fanfic elucubran a partir de la ceguera repentina del personaje. Y, pensándolo, no se trata de una gamberrada, sino de una cultísima cita. En Psycho, el padre del protagonista tiene un papel absorbente en muchos episodios. La ceguera del hijo podría situarnos en un esquema edípico que terminara con la muerte del padre...
Este lado creativo de los fans es cultivado por el sitio de la propia serie que ofrece a los mismos las herramientas digitales para crear su propia mezcla, mashup (término muy de moda en Internet), con retales de escenas de distintos episodios de la serie.
El internauta puede escoger y pegar distintas escenas y construir su propio relato a costa del material original. Donde no llega la serie llegan sus fans.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de septiembre de 2007