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CARTAS AL DIRECTOR

Palabras perversas

Oigo por la radio esta mañana a un supuesto periodista utilizar, una vez más, el término "tercermundista" como sinónimo de retraso, incultura, incapacidad tecnológica... ¿Por qué? Hay palabras nuevas que responden, claro, a nuevas situaciones, y algunas de ellas resultan acertadas; otras, en mi opinión, son indignamente empleadas.

Cuando comenzó a utilizarse el concepto de "Tercer Mundo", parecía tener cierta lógica: el recuerdo del "Tercer Estado" francés, el afán de que los países menos desarrollados subieran al carro del progreso, etcétera. Ya son historia esos buenos deseos.

Es falaz la diferencia que entraña nombrar dos, tres o 34 mundos, máxime cuando ese puesto lo hemos conseguido entre todos y cada uno de los países que conseguimos el dudoso honor de procurarnos una colonia o muchas.

Si se habla de un tercer mundo -ahora ya sin entrecomillar- es porque existe un primer mundo que esquilma a los otros e impide su propio desarrollo, con el ritmo que consideren adecuado, con los modos, costumbres y perspectivas que necesiten ellos, no los extraños.

Tengamos más decencia en el uso de la lengua, porque la lengua recrea el pensamiento, los conceptos y, sin apenas darnos cuenta, se inventan palabras perversas que esconden ideas perversas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de septiembre de 2007