La policía argentina evitó el pasado domingo una sangrienta batalla entre grupos rivales ultras del River Plate, que desde hace meses se encuentran enzarzados en una dura lucha por dirimir quién será el jefe de la barra brava. Una guerra en la que no han faltado los enfrentamientos a tiros en lugares públicos y los asesinatos de estilo mafioso. El domingo, y en las mismas puertas del estadio Monumental de Buenos Aires, fueron detenidas 127 personas, entre ellas Adrián Rousseau, líder de una de las facciones.
Cuando quedaba una hora para que saltaran al césped los jugadores del River y del Vélez se produjo un tumulto en las puertas del estadio porque a un grupo de ultras, La Banda de Palermo, se les negó la entrada. El club había aplicado el derecho de admisión según el cual las personas que figuran en un listado no pueden acceder al estadio. Pero en ella apenas hay 38 nombres y La Banda protestaba porque la mayoría de los seguidores a los que se les negaba la entrada no estaban en la misma.
La algarabía alertó a los miembros de la otra facción ultra, que se dirigió a la zona para dirimir sus diferencias. Unos 200 policías cargaron entonces contra ambos grupos, que, para evitar ser detenidos, empezaron a arrojar navajas y otros objetos. Muchos eran menores de edad y todos fueron alineados en el suelo con las manos atadas a la espalda.
Las autoridades argentinas se han centrado en el conflicto en el interior de la barra brava del River Plate tras el asesinato el mes pasado de Gonzalo Acro, lugarteniente de una de las dos facciones enfrentadas. Apenas pocos días después se produjo un tiroteo en el aparcamiento de un supermercado atribuido igualmente a esta guerra civil. La policía destacó que la actuación del domingo vino precedida de una labor de información. Los agentes saben que los grupos rivales se van buscando y quieren terminar la disputa en una especie de batalla final.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de septiembre de 2007