En nuestros medios de comunicación ha pasado inadvertido lo ocurrido al calor de la reunión que la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha celebrado en Viena los pasados días 13 y 14, dedicada a las víctimas del terrorismo. España, que ostenta la presidencia de la OSCE, parece haber aceptado las presiones de las autoridades rusas encaminadas a evitar la presencia, en ese cónclave, de la Asociación de Amistad Ruso-Chechena.
En virtud de mi conocimiento personal, puedo testimoniar que las acusaciones de "extremismo", y en su caso de colaboración con el terrorismo, vertidas por el Gobierno ruso contra la asociación en cuestión carecen de todo fundamento y forman parte de una genuina guerra sucia orientada a cancelar cualquier suerte de contestación en lo que respecta a las políticas que Moscú desarrolla en Chechenia. La Asociación de Amistad Ruso-Chechena, que trabaja desde tiempo atrás en un escenario marcado por el acoso y la persecución, se ha caracterizado de siempre, y sin más, por el designio de prestar ayuda humanitaria a las víctimas de la violencia y por el propósito paralelo de abrir cauces al diálogo. Mala noticia es que el Gobierno español se pliegue -habrá que pensar que en virtud de intereses inconfesables- a las presiones de otro Gobierno, el ruso, cuyas acciones no se caracterizan precisamente por el compromiso con la causa de los derechos humanos, en Chechenia y lejos de ella.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de septiembre de 2007