Es evidente que para estos casos falta alguna estructura intermedia entre la prisión y la total libertad, una estructura de tipo médico-forense-psicológico-social que incluya la posibilidad de mantener el control de estos psicópatas no reeducables. De entrada sería fácil imponer, como accesorio a la pena de prisión, la obligación de someterse a supervisión, tratamiento o incluso vigilancia durante los 40 años completos, aunque la pena de prisión haya terminado antes. Pero más allá de esto debería poder imponerse (como medida de responsabilidad civil, pasando por alguna forma nueva de incapacitación) la obligación de someterse a esa supervisión, tratamiento y vigilancia mientras los responsables correspondientes lo considerasen oportuno, sin tener que sujetarse a un límite temporal. JuankoPon.
El primer deber de una sociedad es proteger la integridad física de sus ciudadanos ante el comportamiento agresivo de enfermos patológicos irrecuperables como los violadores compulsivos. Hablar de éstos en los términos de que son ciudadanos que han cumplido su deuda con la justicia y que han de volver a reinsertarse en la sociedad es, simplemente, una candorosa ingenuidad. Tonelete.
Si estamos hablando de un problema patológico, obviamente no es la prisión el lugar propio de internamiento, sino un centro psiquiátrico mediante la orden judicial oportuna, y una vez que los servicios forenses así lo determinen. Bribon.
No entiendo por qué hablar de cadena perpetua pone tanto los pelos de punta a alguna gente. No es una medida irreversible como la pena de muerte, no atenta contra la vida de nadie y, además, es una medida justa, puesto que no todo delincuente es reinsertable. Talia666.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de septiembre de 2007