¡Qué mala suerte tiene Birmania! No bastan ni tantos decenios de dictadura militar para que suscite nuestra activa simpatía. Ni en la derecha, que aún recuerda a veces con nostalgia nuestra propia dictadura. Ni en una izquierda que, a estas alturas, todavía teme disgustar a una China que apoya a los militares birmanos y mira mal este levantamiento popular propiciado por monjes, aunque sean budistas. Total, que ni una concentración de protesta ante su Embajada. ¡Qué lástima de país(es).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de septiembre de 2007