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El precio de la seguridad

Un desliz al rellenar el formulario, una fotografía defectuosa en un pasaporte, un error en la información que la aerolínea facilita a las autoridades o un apellido que coincide con uno de los narcotraficantes o terroristas de las listas de más buscados basta para ser retenido en la frontera de EE UU para ser sometido a lo que denominan background check (control de identidad).

El procedimiento del Departamento de Seguridad Interior suele durar decenas de minutos, aunque puede prolongarse hasta un par de horas, y provocar que se pierdan vuelos de enlace. Es el precio que cualquier viajero tiene que pagar en nombre de la seguridad.

Kompel Sachdeva, de la división de aduanas y protección fronteriza del área de Nueva York, señala que el cuestionario es para verificar la "admisibilidad del individuo para entrar". Si hay alguna duda respecto a la identidad, le trasladan a una zona de retención temporal para someterle a un cuestionario y verificar los datos antes de dejarle entrar en el país. Los responsables del departamento encargado de velar por la protección de las fronteras no hacen públicos los datos de retenciones en los aeropuertos alegando cuestiones de protección de la privacidad, aunque recuerdan que 42,6 millones de pasajeros pasaron el año pasado por el emblemático JFK neoyorquino, de los que un tercio utilizaron vuelos internacionales. Es el equivalente al 17% de los viajeros que utilizaron en 2006 el avión en EE UU. El país reforzó de forma radical los controles en sus fronteras tras el fatídico 11-S para evitar que miembros de Al Qaeda u otras organizaciones criminales entren con documentación falsa. Aunque ya antes de los atentados se realizaban revisiones exhaustivas a viajeros sospechosos. Hasta un duplicado de un pasaporte perdido es motivo de una retención inesperada en la frontera.

Desde el Departamento de Seguridad Interior se deja claro además que los ciudadanos estadounidenses y residentes también son sometidos en las fronteras al mismo escrutinio en caso de duda. De hecho, los individuos que atentaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono en Washington disponían de permisos para vivir legalmente en el país. "Se aplica a todo el mundo, sin distinciones", concluyen. Y aconsejan que si el viajero sufre demasiadas retenciones en sus viajes a EE UU, se escriba una carta al Departamento de Inmigración para que se hagan cargo del asunto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de septiembre de 2007