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El futuro de Euskadi

Batasuna vetó al presidente vasco en el proceso de paz

Josu Jon Imaz deslizó en mitad de su discurso una revelación: Batasuna vetó la presencia del lehendakari en la mesa de partidos que se perfilaba en las reuniones de Loyola entre los radicales, el PNV y el PSE.

"Cada vez que exigíamos la presencia del lehendakari, Batasuna ponía el veto", dijo. Imaz contextualizó esto en una defensa de las instituciones vascas frente a su denigración por los radicales.

Pero tenía otro motivo para aprovechar y hacer que ayer lo oyeran con sus propios oídos los miles de militantes presentes: entre las acusaciones que sus contrarios extendieron entre las bases está la de que usurpó el lugar a Ibarretxe y quiso hurtarle el protagonismo en el proceso de paz.

Imaz se despidió de la militancia con una ovación de medio kilómetro. Todo el paseíllo hasta el escenario central lo hizo aplaudiendo a la gente que le apoyaba y le abrazaba. Él y el candidato a la presidencia, Iñigo Urkullu, abrían la comitiva.

Por delante, con el grupo de los cargos públicos, iba el lehendakari. Por detrás, el líder del sector soberanista, Joseba Egibar, y el presidente de la ejecutiva alavesa, Iñaki Gerenabarrena, cerraban el grupo del EBB. A Imaz le separaban unos metros de unos y otros, que sin embargo representan kilómetros en el plano ideológico y afectivo.

Los dos abrazos más fríos que recibió fueron precisamente los que le dieron, forzados por la presencia de los medios de comunicación, Ibarretxe y Egibar. En el escenario, más tarde, Ibarretxe equiparó la generosidad de Egibar con la del aún presidente del PNV.

En una escenificación de unidad que sonó forzada, Ibarretxe requirió el abrazo de Egibar primero, y, después, el de "mi presidente". Los discursos se encargaron de dejar las heridas perfectamente abiertas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de octubre de 2007