El fetichismo político existe. La izquierda italiana siente una devoción casi enfermiza por Verónica Lario, esposa de Silvio Berlusconi, y no pierde ocasión de piropearla. El último requiebro procede de Walter Veltroni, alcalde de Roma y, según todos los pronósticos, próximo líder del Partido Democrático. Veltroni quiere contar con Verónica en el nuevo partido, destinado a ser el principal rival de la berlusconiana Forza Italia: "Estaría muy bien disponer de un contexto en el que Verónica pudiera aportar su contribución", dice el alcalde romano en una entrevista al semanario A.
Lo de Veltroni es sólo un episodio más en una historia de amor entre la muy esquiva consorte de Berlusconi, de la cual nadie conoce las ideas políticas (se deduce que está a la izquierda del marido) y los más diversos grupos del antiberlusconismo. La devoción comenzó en 2003, cuando Paolo Flores d'Arcais, referencia intelectual de la izquierda, le propuso escribir un artículo sobre el pacifismo. En plena invasión de Irak, Verónica envió a la revista un elogio de los movimientos pacifistas. Poco después, Verónica defendió El anómalo bicéfalo, una sátira antiberlusconiana de Dario Fo que las autoridades querían censurar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de octubre de 2007