Esta mañana he visto la luz. He descubierto que no soy culpable del cambio climático, ni de la sequía, ni de los accidentes de tráfico, ni de la crisis de las hipotecas, ni de la invasión de juguetes falsos, ni de que el PP se identifique con el vídeo de los jóvenes socialistas, ni de los crímenes de ETA, ni de los quemadores de fotos, ni de que no se pueda abortar en Navarra, ni de la insurrección del clero, ni de las colas en los hospitales, ni de que la Ley de la Memoria Histórica no salga adelante, ni de las inundaciones de la M-30, ni de los fallos de los trenes de cercanías, ni de las riadas en Andalucía, ni de la falta de electricidad en Cataluña...
En fin, podría seguir, pero terminaré diciendo que utilizo el metro, ahorro agua, uso bombillas de bajo consumo, utilizo el cinturón de seguridad, reciclo papel, no fumo y pago mi hipoteca; y les aseguro que por mucho que lo intenten no van a conseguir que me sienta culpable, porque no puedo hacer más, porque la víctima soy yo y los culpables los que tienen el poder para legislar, ejecutar y enjuiciar, y no lo hacen, y encima me echan a mí, al ciudadano, la culpa de todo. Pues no. Yo no maté a Kennedy.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de octubre de 2007