Hoy día, las diversas administraciones del Estado y las grandes empresas, disponen de todos nuestros datos, y la mayoría de nuestras acciones quedan registradas por procesos electrónicos. No obstante, tales organismos no hacen uso de esa información cada vez que debemos solucionar algún problema legal, ni siquiera cuando estamos abatidos por alguna desgracia, que es cuando en peor disposición nos sentimos para embarcarnos en tales periplos de aturdimiento.
Y suele ser sobre todo en esas circunstancias cuando se nos obliga a pasar por un calvario de papeleo que conlleva la visita a diversas oficinas, el hacer cola ante multitud de ventanillas, el regreso sucesivo a los mismos lugares; todo ello en horario de mañana, con lo que hemos de apañarnos como podamos con nuestras obligaciones laborales y domésticas, de tal forma, que acabamos asfixiados dentro de una pesadilla banal, estrujándonos el cerebro con cuestiones que nos causan desazón y ansiedad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de octubre de 2007