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CARTAS AL DIRECTOR

¿Una solución política en Afganistán?

José Enrique de Ayala, mi general, amigo y compañero de promoción, el objeto de esta carta al periódico que ha publicado tu acertado análisis sobre la situación en Afganistán, titulado Hacia una solución política (EL PAÍS, 7-10-7), es hacer un pequeño comentario al mismo de forma pública, ya que el análisis también lo es. Coincido en cuanto dices que está pasando (y probablemente pasará) y en el porqué está pasando y pasará, pero tengo que reconocer que me llama la atención tu posible "solución política", ya que toda ella parece depender de la buena voluntad de, nada menos, "las fuerzas políticas afganas, incluidos (ciertos sectores de) los talibanes", "los países limítrofes, repúblicas ex soviéticas, Pakistán e Irán" y, aunque no los mencionas, se supone que también de otros actores como Estados Unidos o Arabia Saudí.

El problema es que las relaciones internacionales no se basan en la buena voluntad, sino en los intereses. Nos guste o no, el islamismo existe, y sus variantes más rigoristas y antioccidentales también, como así la mentalidad (que, en definitiva, es un problema de PIB) tradicional, localista e identitaria de la mayoría de los afganos. Sin tenerlos en cuenta y sin dar espacio para que también sus intereses puedan, al menos mínimamente, satisfacerse, no hay "solución política" posible. Europa tardó dos siglos en asumir plenamente su propia concepción de la democracia y los derechos humanos. ¿Es razonable que los afganos puedan hacerlo en unos pocos años o es simplemente que tratar de imponérselos beneficia a nuestros intereses.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de octubre de 2007