Después de haber vivido siempre en Suiza, con el término de mis estudios tomé la decisión de mudarme a España, con la intención de sacar la licenciatura de mi carrera informática. Gastando una fortuna en traducciones, empecé la tramitación para la homologación de mi título suizo en enero de 2005. Según previas informaciones, la homologación tardaría medio año, lo que me hubiese permitido inscribirme en la universidad el mismo año. Desgraciadamente, los papeles no llegaron y después de numerosas llamadas al Ministerio de Educación la respuesta fue que debía tener paciencia, que incluso había gente que llevaba esperando cuatro años.
Hoy, casi tres años más tarde, recibí una carta anunciándome la esperada homologación. Hoy, que ya no me sirve de nada, porque he tenido que regresar a Suiza para poder ejercer un trabajo por el que tanto he luchado. Y para colmo, tengo únicamente tres meses para ir a recoger mi deseado diploma. ¿Qué prisa hay ahora? ¿Por qué no tuvieron prisa para tramitar mis estudios y ahorrarme un muy mal trago? Sinceramente me parece una broma de muy mal gusto. Pero visto las circunstancias, habrá que conformarse, ¿no.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de octubre de 2007