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Análisis:A LA PARRILLA

"Con franqueza"

Ahora todo lo que se dice es para verlo dicho. Mariano Rajoy lleva algún tiempo rumiando una declaración institucional, y ha hecho ésta. Juega con ventaja. Sabe que ningún otro ciudadano, aparte del Rey, el presidente del Gobierno y los titulares autonómicos, graba un vídeo con la garantía de que los medios se le abran de par en par. Su apelación nacional se hizo a mediodía, que es buena hora para los telediarios y para subir a YouTube, que es el nuevo mecanismo de publicidad mundial de las palabras vistas, no sólo dichas. La primera vez lo vi en la web de este periódico, pero había un problema con el sonido de mi ordenador, de modo que sólo vi a Rajoy gesticulando. No parecía un mal gesto: detrás tenía algo así como la Enciclopedia Británica, unas fotos familiares (con el Rey, supongo) y la bandera, cómo no, que es (ahora) el oscuro objeto del deseo electoral. Cuando ya el ordenador recuperó la voz escuché lo que decía. No es lo mismo ver un mudo que oír un discurso, y ese discurso es muy fuerte. Fue un discurso escrito, dijo Gallardón después, de modo que alguien se lo escribió y tuvo el desliz imperdonable de utilizar el sintagma "con franqueza". Debemos expresar "con franqueza" nuestro amor a la patria.

José Blanco, del PSOE, se alzó luego a los telediarios para decir que lo que decía Rajoy producía "escalofríos". A mí lo que me produjo escalofrío fue esa expresión "con franqueza"; el resto, visto en todas las ediciones de los informativos, parece una pieza de la que brota una solemnidad que el líder de la oposición tiene que hacerse revisar. La usó el 13-M, también para la televisión, y no le trajo buenas consecuencias. Según los analistas de las manifestaciones anti-PP, la reacción de Rajoy a la mani que cercó la sede de Génova llevó aún más gente frente al edificio. Ahora es posible que su llamamiento patriótico genere una gran simpatía popular (valga la redundancia), pero queda en el inconsciente colectivo con unas resonancias en las que ni el propio Rajoy debería creer.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de octubre de 2007