Posiblemente, sea pronto para ver la incidencia positiva de la sexta hora en el progreso académico de los alumnos", dice el director de la escuela pública de Sabadell Joan Sallarès i Pla, Francisco Salmerón. "Ahora mismo, sólo puedo decir que ha revolucionado la vida y el funcionamiento de los centros: significativo aumento de plantillas, maestros más jóvenes, aire fresco y otro modo de trabajar más dinámico, ya que alumnos y maestros no tenemos el mismo horario", agrega este director. "Nosotros dedicamos la sexta hora a reforzar las competencias básicas, con tres horas por semana, y otras dos a desarrollar nuestro proyecto de valores Educar para la convivencia", añade Salmerón.
Rosa M. Ramírez, directora de la escuela Vila Olímpica de Barcelona, dice: "Nos tomamos la sexta hora como una hora de expansión, que no había de servir para enseñar más contenidos sino para dar más tiempo a los alumnos y a los maestros para hacer lo que hacían con más tranquilidad". Esta escuela dedica la sexta hora a "dar más tiempo a la lectura, las matemáticas, la educación física, la educación visual y plástica, y el castellano", dice la directora del colegio. "En quinto y sexto curso dedicamos una hora a organización del trabajo para que las niñas y los niños puedan aprender a tener más autonomía y que organicen los trabajos que hacen en la escuela y en casa", señala esta directora.
La sexta hora "se está realizando con total normalidad", asegura el presidente de la federación de padres y madres de alumnos Fapac, Walter García. Tanto la organización como los contenidos "son muy variados y se dejan en manos de la autonomía de cada centro. En alguno se aprovecha para desdoblar grupos de inglés, educación, física, plástica y música y se ha ampliado el tiempo en el patio de 20 a 30 minutos", agrega el presidente de Fapac. "En otros, se realizan actividades complementarias de diversas materias sin ampliar contenidos", remacha Walter García.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de octubre de 2007