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CARTAS AL DIRECTOR

El tren en Teruel

Alucinada. Así, ni más ni menos, me deja el señor Morlán con su afirmación de que los tres meses de corte de la línea ferroviaria Teruel-Zaragoza han merecido la pena. Me decepciona que no sólo él, sino todos nuestros políticos, parezcan celebrar esta reapertura del pasado 10 de octubre con una comitiva de recibimiento al más puro estilo ¡Bienvenido, Mr. Marshall!

El secretario de Estado, por cierto aragonés, muestra su satisfacción por una reducción en el tiempo de viaje de entre 4 y 19 minutos en un recorrido de 180 kilómetros y cuya duración variaba entre dos horas y media y tres horas. Lo demás (la electrificación que terminará de redactarse en dos años, el corredor cantábrico-mediterráneo que no figura en los Presupuestos Generales del Estado...) son únicamente promesas más o menos lejanas en la neblina del tiempo y fácilmente sepultables en la memoria.

No puedo, por cierto, más que alabar el optimismo exhibido por el señor Gutiérrez, subdirector general de Construcción dentro de la Dirección Nacional de Ferrocarriles, quien afirma que ahora disponemos de una vía "espléndida".

Yo me pregunto si todos viven inmersos en aquel cuento del traje nuevo del emperador, en el que nadie se atrevía a advertir al monarca de su desnudez y todos fingían ver unas preciosas ropas que no existían. Creo más bien que se trata de otra cosa: de la enésima tomadura de pelo a los turolenses, ciudadanos de tercera a los que se niega otra vez una comunicación digna del siglo XXI.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de octubre de 2007