Poco más que una cama calcinada es lo que quedaba ayer en el interior de la casa de Antonio Joaquín Curiel Romero, Tito, como conocían en el municipio cordobés de Lucena a este vecino de 49 años. Muebles quemados y una silla de ruedas, que el hombre no necesitaba pero que utilizaba como andador.
Tito no era exactamente un indigente, pero sí rondaba la marginación. Siempre con un cartón de vino a cuestas es como lo recuerdan los empleados de la gasolinera donde compraba el brik cada día. Tito había sido legionario, feriante y jornalero en la recogida de la aceituna. Pero llevaba ya tiempo desconectado de la vida corriente. Vivía sólo, no tenía empleo y acumulaba kilos y kilos de desechos en su casa... Los servicios sociales del Ayuntamiento llevaban años actuando con él y limpiando el domicilio periódicamente.
Tito también se había convertido últimamente en el objetivo de las bromas pesadas y el escarnio de un grupo de chavales del barrio de Corazón de Jesús. "Bebía mucho, no se le podía hacer mucho caso (...) Hace dos meses ardió su casa otra vez y yo les dije que no se metieran más con él, últimamente la tenían tomada con él", aseguró Juan Carlos León, sobrino del fallecido.
"Sabíamos que los niños se metían con él, pero se guardaban de hacerlo delante de nosotros", añadió otro adulto de la zona.
"Hace unos días llegó con la cara ensangrentada", recordó ayer Ana Egea, la anciana vecina de Tito. Viven pared con pared y sostiene que no es la primera vez en la que sale ardiendo la casa de la víctima.
Tito tenía una hermana que era la que normalmente se hacía cargo de él. Ella posee varias atracciones de feria y recorre las fiestas del sur del país. Su hermanó llegó a trabajar también como feriante, pero su adicción al alcohol acabó con todo. Actualmente sobrevivía con una pequeña pensión estatal. "Incluso llegaron a robársela alguna vez", dijo Juan Carlos León.
"Una moda terrorífica"
El Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, abogó ayer por fortalecer las medidas policiales para evitar que se produzcan "crueles" asesinatos de indigentes como el ocurrido en Lucena. Chamizo, en declaraciones recogidas por Europa Press, sostuvo que no puede entender cómo "gente joven puede prender fuego a un ser humano".
Para el Defensor del Pueblo Andaluz el colectivo de indigentes debe tener un "mayor" seguimiento por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Además, consideró "una moda terrorífica" que se utilicen los teléfonos móviles para grabar actos delictivos. Chamizo incidió en la importancia de que se pongan en marcha medidas eficaces para controlar que esos vídeos no se introduzcan en Internet, una herramienta que, según dijo, "posee grandes inconvenientes, como que cualquier desaprensivo cuelgue imágenes de lo que le dé la gana".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de octubre de 2007