No recorrió el escenario tantas veces como lo hubiera hecho Mick Jagger, aunque sí unas cuantas. Bailó, saltó, se contorsionó, saludó con las manos, cantó y hasta enseñó el ombligo. Y casi no dijo palabra: "En Brasil soy famoso por hablar demasiado". Sí, Caetano Veloso también bromeó en la noche del viernes.
Un hombre de 65 años junto a tres músicos jóvenes -Pedro Sa (guitarra), Ricardo Días Gomes (bajo y piano) y Marcelo Callado (batería)- con edad de ser hijos suyos, e incluso alguno casi su nieto. El sonido de la banda es espectacular: denso, compacto, perfeccionista y sutil en las reverberaciones y distorsiones.
Caetano Veloso trajo las canciones de Cê, un disco con rescoldos de su separación y bastante sexo. Pero también temas del exilio londinense, de discos antiguos como Transa -Nine out of ten-, Velô -O homem velho- o Circuladô -Fora da ordem-, y canciones de otros -Descobri que sou um anjo, de Jorge Benjor- o una inédita Amor mais que discreto, explícitamente homoerótica.
CAETANO VELOSO
Caetano Veloso (voz y guitarra), Pedro Sá (guitarra), Ricardo Dias (bajo y piano eléctrico) y Marcelo Callado (batería). Festival de Otoño.
Palacio Municipal de Congresos-Campo de las Naciones.
Madrid, 19 de octubre.
Alguien comentó que no iba a quedarse porque ya había visto antes a Caetano. Y no, no lo había visto. Porque cada vez es distinto. El repertorio y el envoltorio. Cada gira del bahiano obedece a un concepto: fue un elegante cantante latino con Fina estampa, crooner sedoso en A foreign sound y analista del pasado colonial y esclavista de Brasil con los tambores de Noites do norte. Ahora ha bajado al garaje con los más jóvenes.
Homenaje al cine
Se quedó solo, y se sentó con la guitarra en el regazo. Para el momento de desnudez ha reservado en esta gira europea una o dos canciones. En Madrid fueron tres. Pidió permiso para dedicarlas a los cineastas españoles con los que ha trabajado: Faixa de cetim, a Fernando Trueba ("uno de los hombres que mejor conoce y más comprende mi trabajo"); Cucurrucucú, paloma, a Pedro Almodóvar ("uno de los grandes amores de mi vida artística y personal"), y "para el maestro Carlos Saura" cantó con acento portugués el eterno fado Estranha forma de vida.
Disfrutó haciendo que el público -que había agotado días antes las entradas- repitiera con él la frase Odeio você (Te odio). Tanto, que volvió a cantar Odeio para despedirse de una ciudad a la que tiene enamorada. Dos horas antes había empezado con Outro ("ya lloré mucho por ti"): parece haberse quitado un tremendo peso de encima con esta terapia para el desamor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de octubre de 2007