Muy bien, pongámosle todas las pegas del mundo al "rescate" efectuado por el presidente francés de las cuatro azafatas españolas retenidas en el Chad.
El hecho (el que manda, el que importa) es que las cuatro están en España, tan contentas. Las pegas han venido de quien todos sabemos. Rezuman una oculta envidia hacia Sarkozy y su resuelta actuación.
El presidente Zapatero lo ha felicitado y muchos españoles nos hemos sentido un poco huérfanos, políticamente hablando, frente a las hazañas del pequeño gran hombre que gobierna al otro lado de los Pirineos.
¡Dios mío, pero qué poco afrancesados nos hemos vuelto todos! En el nombre de Goya y de todos los ilustrados que en España han sido, ¿por qué no aceptamos los nuevos aires que nos vienen ahora de Francia?
¿Es que tenemos que seguir viviendo atados a nuestra queridas y sempiternas "caenas".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de noviembre de 2007