Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
COLUMNA

Pontífices

Momento Paridad Total en el Vaticano, con Abdulá de Arabia Saudí y Benedicto XVI haciéndose arrumacos y tomándose de las manitas por primera vez (la primera vez siempre hace ilusión, ya se sabe), y sin que Rouco Varela pusiera su grito en los cielos, y eso que ambos llevaban faldas. Demos gracias a Nuestra Era, que nos permite admirar las imágenes en color. Pónganse en el lugar de la gente que tenía que conformarse con ver a Pío XII en blanco y negro. La secuencia del garbeo saudí por los alabastros y los cortinajes pontificios puede ponernos a algunos los pelos de punta por lo que se adivina detrás de cada uno de los integrantes de la sacra pareja (custodios de Santos Lugares ambos, el uno de los del Islam; el otro, de los de la cristiandad), pero no deja de tener su empaque como espectáculo de masas y misas. Hay sonrisas, hay envidiables uñas manicuradas con esmero, hay seda, hay collares, hay bordados, hay tocas, hay bonete. Hay 163 años, en total, encaramados en lo alto del Poder Absoluto. Las delicadas manos del heredero de Pedro no temblaron al estrechar las del monarca que manda en un país en el que se llevan a cabo ejecuciones públicas: a los hombres se les decapita; las mujeres son suprimidas de un disparo. Un país, Arabia Saudí, en el que el wahabismo radical tiene sus privilegios y las mujeres no pueden conducir. Ratzinger firmó en 2004 la Carta a los Obispos, afirmando que la mujer no está dotada para el pensamiento abstracto. Algunos siglos separan ambas concepciones del control de los otros.

Quizá por eso el Papa compuso una expresión algo forzada cuando el visitante, a cambio de su obsequio de un fino y antiguo grabado, le regaló una espada de oro y piedras preciosas. "¡Por san Jorge!", debió de pensar el sumo pontífice. "En otros tiempos, bien habríamos podido usarla nosotros". Amén.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de noviembre de 2007