Cinco años después de la catástrofe, 60.000 toneladas de residuos procedentes del Prestige continúan almanenados en dos enormes balsas impermeabilizadas bajo cubierta en el municipio coruñés de As Somozas. Montañas de negro chapapote, salpicadas con plásticos de colores, componen un paisaje casi lunar con olor a fuel depositadas en una elevación de terreno. Incrustadas en las 60.000 toneladas de residuos procedentes de la costa gallega, a las instalaciones de Sogarisa llegó "de todo" señala Víctor Almeida, técnico de la planta, "desde guantes de plástico, algún delfín e incluso una ballena pequeña que sobresalía del camión".
El coste total del tratamiento de los residuos asciende a 22,4 millones
Para ver los restos de aquella marea negra, hasta As Somozas se desplazaron ayer el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño y el conselleiro de Medio Ambiente, Manuel Vázquez. Cuando está a punto de cumplirse el quinto aniversario del naufragio del petrolero, el jefe del Ejecutivo gallego señaló que Galicia tiene hoy "más y mejor protegidas las costas" y cuenta "con los medios de salvamento marítimo que necesita" para afrontar una crisis, aunque reconoce que el peligro circula continuamente frente al litoral por el corredor marítimo de Fisterra.
"De la catástrofe, lo más importante, es que sacamos lecciones en positivo", manifestó Touriño, "y que hoy, el conjunto de las administraciones tenemos los instrumentos de respuesta necesarios ante cualquier catástrofe". El conselleiro de Medio Ambiente recordó que "los principales responsables de resolver la crisis fueron los ciudadanos".
La empresa inició a finales del pasado mes de octubre los trabajos para reciclar la parte más compleja de los residuos, compuestos por una amalgama de fuel (8%), desechos plásticos (12%), agua (20%) y arena (60%). El proceso consta de cinco fases distintas e integradas en un proyecto de ingeniería pionero, diseñado por Sogarisa específicamente para tratar los restos del Prestige, ya que según la consejera delegada, Teresa Gutiérrez, "por su composición heterogénea" no se ajustaban a ningún otro caso de contaminación marítima registrado antes.
Los restos fueron extraídos, fundamentalmente por los voluntarios de forma manual de las playas y rocas de la costa gallega en los meses siguientes a la catástrofe. Los restos se extraen de la balsa, se trituran y se centrifugan a gran velocidad en una especie de lavadora a 95ºC donde los componentes se separan para ser tratados por separado con distintos procesos.
Las arenas, una vez limpias, se reciclan como material de construcción. Los plásticos, en función de su calidad, se reutilizarán como material constructivo o combustible para la industria cementera. Por último, el fuel, recupera su potencial energético, aunque Gutiérrez señaló que el combustible ya no era "de mucha calidad" en origen.
Sogarisa confía en completar el tratamiento en el plazo de un año y medio, a un ritmo de 20 toneladas por hora de modo que los trabajos se culminaría en el primer semestre del 2009. Al final, y sumando las 20.000 tonenadas de residuos recicladas en la planta de Cerceda en 2006, el coste superará 22,4 millones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de noviembre de 2007