Felicito a EL PAÍS por su extenso reportaje sobre la costa española, que quizás sirva para concienciar a algunos sobre el aspecto desolador que presenta hoy nuestro litoral, tras décadas de explotación urbanística incontrolada, y sobre la necesidad urgente de hacer algo al respecto. En efecto, no es posible continuar con este modelo urbanístico "desarrollista", heredado del tardofranquismo y continuado vergonzosamente en democracia, porque compromete de una manera insostenible el futuro de las próximas generaciones al destruir el paisaje y sus valores activos.
Ante ello, no bastaría sólo con preservar los pocos espacios de costa sin edificar que van quedando o demoler aquellas edificaciones más agresivas con el entorno, sino que habría que fijar al menos una serie de normas de ámbito común, como puede ser el limitar la altura de la edificabilidad en el litoral, para evitar que en un futuro continúen repitiéndose más "Marinas d'Or" o despropósitos como el "Manhattan de Cullera", así como impedir que la presión urbanística se traslade del litoral al interior, como está sucediendo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de noviembre de 2007