Con el nombre de la británica Oxford se da, como no se ha dado con el de ninguna otra ciudad, una doble metonimia. Oxford a secas para referirse a su Universidad, y con plural masculino "los" delante para señarla los zapatos que mayor aceptación han tenido en la historia contemporánea del calzado masculino. Planos, cerrados y con cordones, los Oxford son a Inglaterra lo que el mocasín castellano a España. Empezaron a confeccionarse con impecable factura artesanal durante la década de 1830, aunque su uso se popularizó del todo a partir de 1880.
Especialmente indicados para pies estrechos y con el empeine bajo, este invierno dejan de calzar el pie del caballero para convertirse en una alternativa al tacón femenino. Camper (en la imagen), Paul Smith, Luella o Church son algunas marcas que se han rendido a los cinco agujeros y la severidad de los Oxford. Porque entre una mujer y sus pies también puede haber diálogo, este invierno toca renunciar a lo sexy en favor de lo cómodo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de noviembre de 2007