Como profesor universitario, historiador y director de trabajos de investigación sobre nuestra política exterior, no me han sorprendido en absoluto las noticias aparecidas sobre la biblioteca y el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Muchos de los usuarios de este centro de investigación, desde hace décadas hemos ido observando la deficiente catalogación, el descontrol sobre el manejo de documentos -algunos de gran valor- de muchos de los investigadores, la forma en la que se realizan las fotocopias, la arbitrariedad a la hora de la consulta de la documentación, además de una organización interna y unas normas de funcionamiento que no se atienen a las habituales en archivos históricos serios. Muchas han sido las denuncias, en diferentes épocas, e incluso este archivo ha tenido el honor de aparecer en la prensa extranjera por los graves y grandes problemas que tienen que sufrir investigadores españoles y extranjeros en su uso cotidiano.
Hora es ya de que los responsables políticos y administrativos tomen serias medidas, como les pedimos habitualmente los sufridos usuarios, para que este centro ocupe el lugar que le corresponde y sea respetable y respetado por todos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de noviembre de 2007